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—¡Listo! ya está arreglado, que tengas un buen día.

jueves, 22 de septiembre de 2011

Las voces


Las voces
Por Manuel A. Hernández Giuliani

Mi casa estaba llena de... voces. A veces les recojo flores y quedan satisfechas, muchas veces se conforman viéndome observar televisión. Jugar al ajedrez les desespera, siempre les gano sin importar mi apertura o si juego con negras. No las debo dejar a solas mucho tiempo, me castigan, me convierten en su instrumento de satisfacción. Si la esclavitud existiera eso fuera yo para mis voces, su esclavo. 


Fuera de casa debo admitir que las extraño. Son mi familia: la tía Julia siempre amorosa, el primo Hilario, mi amigo Carlos y... los demás. Ellos saben de mí naturaleza y me ayudan a desarrollarla, nunca lo lograría sin mis voces. Su verdadera debilidad son las almas.  No me culpes, son las voces. Tu qué puedes hacer para silenciarlas, por supuesto que nada. 

Desean la esencia humana, el cuerpo inerte lo dejan para mi diversión. Mi familia crece un poco más cada vez que me piden buscar un nuevo integrante. No todos son elegibles, son seres especiales y en este momento ya he realizado mi elección. Mientras lees distraído estas líneas en la soledad de tu habitación mis voces piden tu alma, no mires detrás de ti, no sentirás dolor, tan solo eres un sacrificio más.

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